jueves, 27 de noviembre de 2008

Go to Hell

El infierno tan temido


Mi presencia en los andenes de la estación Once era tan contrastante como una mosca en un vaso de leche. Los transeúntes me miraban y segrían su camino. Comencé a ponerme paranoico y decidí tomarme un remis en vez de viajar en tren.
En plena plaza Miserere había una infinidad de taxis parados y algunos coches particulares que tenían en sus parabrisas carteles escritos a mano que ofertaban un pasaje hacia varias ciudades del interior.
Mi ignorancia en esta materia y con el temor de ser engañado nuevamente, levanté la mano en plena Rivadavia y tomé un taxi.
-Hacia Mercedes.
- Cómo dice?
-Mercedes, Buenos Aires.
-Pero eso queda bastante lejos señor.
-No me importa, pago el viaje sin ningún problema. Mire - le mostré un billete de cien pesos-.
-Muy bien señor. Bajo la banderita y comenzamos el viaje.
-Ok.

El taxi tomó por Rivadavia y enseguida giró hacia la izquierda. Tomó por una calle angosta y retomó por la avenida Jujuy.

-Oiga. Dije hacia Mercedes. El oeste. No vamos para el oeste.
-No se preocupe mister. Vamos hacia la subida a la autopista y de ahí derechito a Mercedes.

Tal cual me dijo el taxista a las veinte cuadras estabamos subiendo a una autopista y nos dirigíamos hacia el oeste. Mi GPS me informó al instante de mi posición y marqué la ruta hacia Mercedes. Cien kilómetros. Acceso Oeste: Moreno, General Rodriguez, Luján, Mercedes. Autopista hasta Luján y ruta 5 hasta Mercedes.
Tiempo estimado de viaje: una hora veinte minutos.

Miré el relojito del taxi y marcaba ya los veintitrés pesos con cincuenta.

Mi celular comenzó a sonar. Miré la pantalla y me indicaba número privado.
-Maldita sea- pensé. -Será otra vez el tonto de Michael? O quizás ya la CIA o el FBI rastrearon mi número y me tienen en la mira. Ese maldito Gross no ha perdido ni un minuto y ha movido todos sus contactos.

El taxista miraba por el retrovisor cada tanto. Comencé a desconfiar del hombre y presté atención a los carteles indicadores de la ruta. General Rodriguez: 20 kms. Luján: 52 kms.
Iba por la ruta correcta. Además el GPS no podía estar equivocado.

El celular sonó otra vez. - número privado -.
Decidí atender sin decir palabra.
- ...
- ...
- ...
- Hola, Peter?
-...
-Peter, habla Javier. El de la bolsa de Buenos Aires. Atiende amigo.
-Ah!. Javier, como te va?
-Peter! Qué pasa que no contestas mi llamada.
-Disculpa Javier, es que no aparecía tu número en mi pantalla.
-Es que estoy llamando desde la bolsa de comercio.
- Qué te andas buscando, Javier.
-Nada Peter. Es que estaba mirando la pantalla de la computadora y observé que las acciones de una de tus compañías estaba cayendo estrepitosamente.
-Ah, sí? Cuál Javier?
-Chevrolet.
-Chevrolet? El monstruo automotriz norteamericano?
-Eso mismo pensé yo, Peter. A cuánto estás vendiendo las acciones. Tengo algunos interesados en comprar a buen precio, amigo.
-Oh. Mira, Javier, hace unos días que abandoné mi trabajo. Momentaneamente.
-Dónde estas, amigo?
- En un lugar increíble. De vacaciones.
-Oye Peter. Si tienes tiempo date una vuelta por Argentina. El mercado está bueno por estos pagos.
-Gracias por la data Javier. Nos estamos viendo.
-Adiós.

Corté la comunicación y apagué el celular. JAvier habia logrado impacientarme. Estará trabajando para Gross? Cómo consiguió mi número.
Apagué el GPS también. Recordé una vieja pelicula donde al personaje lo rastreaban por su celular o por un GPS que utilizaba.
Estos aparatos digitales son fantásticos para algunas cosas, pero para otras son un infierno.
Maldita tecnología. Voy a tener que vivir sin ella.

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