lunes, 17 de noviembre de 2008

Far West

Buscando mi destino

Pagué la cuenta del Sheraton y tomé un taxi en el acceso al loby. Cuando se para en el semáforo de la avenida, observo que un patrullero y dos atos negros se detienen en la recepción del hotel y bajan tres hombres de negro. Enseguida me dí cuenta que los contactos de Gross seguían muy aceitados a pesar de la democracia.
Le pedí al taxista que me llevara a una estación de trenes. Quería salir de Buenos Aires y meterme en el interior. El taxista me indicó que podía llevarme a Constitución pero no m,e gustó el nombre. Además no quería ir más al sur. Quería irme al Oeste.
- Estación Once.
-Once? Qué es eso?
-Una estación de trenes donde funciona la línea Sarmiento de trenes.
- Y hacia donde van esos trenes?
-Hacia el Oeste.
-OK. Once entonces.

El taxista tomó por Rivadavia y subió varias cuadras. Pasamos por la Casa Rosada, la Plaza de Mayo, El Congreso Nacional y por último Plaza Miserere. El paisaje urbano iba mutándose a medida que avanzabamos. Lo limpio del microcentro se transformó en un enjambre de seres humanos que iban y venían por las veredas atestadas de tiendas y puestos de bebidas y comidas al paso.
Llegamos al acesso a la estació Once y bajé del taxi rápidamente.
-Hey. Tenga cuidado de los carteristas. Son una plaga por acá.
-Carteristas?
- Si. Arrebatadores.
-Arrebatadores. Ok. Cuidado.

El taxi salió por la calle y miré esa mole de chapas y carteles que me indicaban más un mercado persa que una estació terminal de trenes. Entré en el edificio y me acerqué a lo que creí una boletería.
-Si. Quisiera un pasaje hacia el Oeste.
-Hacia el Oeste? Querrá decir hacia Mercedes?
-Si. Mercedes. - Mercedes Benz pensé en ese momento -.
- Bueno. Son dos pesos con noventa y cinco centavos.
-Dos pesos con noventa y cinco centavos.
El boletero me miró estupefacto. Había sacado un billete de cien dólares para pagar el pasaje.

-No tiene más chico, señor?
-No.
-Bueno. Haremos una excepción.
Me devolvió noventa y siete pesos con cinco centavos y gritó - el que sigue -.

No pude reaccionar. La cola presionaba y tuve que salir hacia el pasillo.
Maldita sea. Me habían estafado y no podía hacer nada.
EStaba en el Far West de Argentina.

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